Pulsaciones

Francesc Miralles, Javier Ruescas

EDICIONES SM

978-84-67563-07-8

Elia se acaba de despertar de un coma y esta un poco perdida. Lo ultimo que recuerda es un concierto y una frase: "No puedo devolverte la cancion, pero puedo mostrarte como danzan los peces". Ahora que sus padres le han comprado un Smartphone, Elia por fin tiene acceso al Heartbits (un programa en la linea del WhatsApp) y los lectores somos testigos de todas sus conversaciones. Con la ayuda de su mejor amiga, Sue, Elia intentara recuperar los tres dias que ha olvidado y, mientras tanto, conocera a Tommy, un estadounidense que viene de intercambio a España; a Marion, una chica con media cara quemada que asiste a su terapia de grupo, y a Phoenix, un desconocido al que le encantan los aforismos.

Me encantó, es fresca, más o menos novedosa, y muy entretenida. Es corta, yo misma me la leí en una tarde. Es sencilla, y en ninguna parte de la historia se me hizo pesada. 

El hecho de que toda la historia se cuente a través de mensajes, es algo digno de alabar. Porque no todo se puede decir por mensajes, a veces queda incoherente. Aun así, ellos supieron hacerlo perfectamente.
 

Los personajes, teniendo en cuenta que sólo los podemos conocer mediante sus mensajes, me encantan. Es sorprendente lo completos que están. Sus personalidades, sus complejos, cualquiera diría que son reales, y conviven con nosotros.
 

Yo creo que es una novela para todos los públicos, rápida, entretenida, y bastante adictiva.

Y aunque haya cosas que te puedas esperar, todo de alguna forma sigue siendo un misterio.
 

Y la manera que han usado los escritores para hacerte formar parte de la historia, es increíble, ya que lo han tenido que hacer por medio de mensajes, y en menos de ciento sesenta páginas.
 

He descubierto que Pulsaciones, tiene segunda parte, llamada Latidos; pero creo que no tiene nada que ver con esta historia. Y aunque se parecen, no sé si en algún momento mencionarán a nuestros queridos Elia, Phoenix, Marion.... Pero lo mejor será leerlo y comprobarlo, ¿no creéis?